LA BIBLIOTECA DE PAPÁ


La biblioteca de Papá comenzó a caerse a pedazos el mismo día que él murió. Los primeros en ceder al deterioro fueron los anaqueles más antiguos, los que estaban apolillados y polvorientos, pero no mucho después los anaqueles más nuevos y más relucientes de barniz hicieron lo propio, hundiéndose inexorablemente dentro de un monstruoso amasijo del que sobresalían algunos alambres y clavijas como manos humanas en busca de auxilio. Todos los hijos de Papá fuimos testigos silenciosos de aquel fenómeno. Boquiabiertos, hicimos conjeturas apresuradas y elucubramos más de una disparatada teoría. Sin embargo, no tardamos demasiado en asimilar todo lo ocurrido y aceptamos que no había mejor destino para esos libros que seguir a Papá en el camino sin retorno de la extinción.

—Es como si Papá hubiera muerto dos veces —dije, apenado.

Ninguno de mis hermanos se atrevió a refutar aquella afirmación.

Estábamos sentados a la mesa, terminando de cenar. Por un instante nuestras miradas coincidieron, pero enseguida nos volvimos a inclinar sobre nuestros platos y escarbamos entre huesos y pellejos hasta conseguir que emergieran trozos de una carne blanca y jugosa que nos llevamos a la boca en el acto.

Comentarios

Entradas populares