Apuntes sobre "Marriage Story" y el cine de Noah Baumbach


La primera película de Noah Baumbach que tuve la oportunidad de ver fue Margot at the wedding (2007), una tragicomedia sobre una mujer -escritora de profesión, interpretada por Nicole Kidman- que debe asistir a la boda de su hermana en el pueblo donde ambas crecieron. La historia me pareció tan encantadora y mordaz, tan sombría y fresca, tan inteligente y divertida, que encontré en ella la clave que necesitaba para resolver el argumento de una historia que me tenía entretenido en ese momento. Además, me sentí en la obligación de sumergirme poco a poco en la filmografía de ese director que era tan cercano a mi propia sensibilidad.

Así, en cuestión de pocas semanas o quizá meses, agregué a mi repertorio otros títulos de Noah Baumbach: The squid and the whale (2005), Frances Ha (2013), While we’re Young (2014) y The Meyerowitz stories (2017). Con todo y sus defectos, cada uno de esos filmes me confirmó a Baumbach como uno de los directores estadounidenses de comedia más interesantes desde Woody Allen. Logré también identificar algunas de las coordenadas de su quehacer cinematográfico: la exploración minuciosa de las relaciones y dinámicas familiares (entre padres e hijos, entre esposos y esposas, entre hermanos), el artista como personaje (una escritora, un cineasta o un escultor, por mencionar solo a algunos), y la presencia de la comedia (o de pequeños gestos cómicos, si se quiere) como un atenuante para el melodrama.

Pese a todo lo anterior, llegué a Marriage story tratando de ignorar en la medida de lo posible todo ese ruido que la película estaba provocando a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Es raro en mí elegir una película que esté “de moda” (de hecho, me gusta ver las películas cuando ya tienen por lo menos un año de antigüedad), pero en este caso hice una excepción.

Me encontré ante una película que establece desde el inicio un tono intimista y que otorga a la construcción de los personajes una importancia enorme. Durante los primeros minutos, Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlet Johansson) se describen mutuamente y explican los motivos por los cuales se enamoraron el uno del otro: sus voces en off se superponen a una serie de escenas muy rápidas y breves que sustentan lo que ellos dicen y que funcionan como los recuerdos de la época más feliz de la pareja. Casi enseguida, nos enteramos de que ése es un ejercicio impuesto por el consejero matrimonial al que ambos han recurrido.

Otra forma que encuentra Noah Baumbach de resaltar la importancia de los personajes es depositando sobre ellos la responsabilidad de definirse a sí mismos y a sus circunstancias constantemente. La primera persona es muy importantes dentro de Marriage story. Los personajes hablan todo el tiempo. Los personajes cuentan pequeñas historias del pasado –y sin necesidad de que se nos muestre visualmente, como en las escenas del principio- que explican el momento actual. Por ejemplo, en la escena en la que conoce a la abogada que la defenderá en el juicio de divorcio, Nicole se abre a través de un extenso monólogo cargado de resentimiento y frustración. Hay una frase, dentro de aquel monólogo, que explica en buena medida el fracaso de su matrimonio con Charlie: “No me veía como algo independiente de él”.

Conforme avanza la película, es imposible no identificar algunos de los rasgos característicos del cine de Baumbach: se exploran lazos familiares fracturados, tanto Charlie como Nicole son artistas con trabas emocionales (por culpa de infancias difíciles), y los detalles cómicos se encargan de suavizar la tensión dramática. Los personajes secundarios funcionan muy bien, pero sólo el de Laura Dern llega a ser memorable por su bien definida personalidad y sus frases lapidarias sobre las desventajas que tiene la mujer en un mundo inventado por los hombres. Para mi gusto el personaje más insípido de toda la película es Henry, el pequeño hijo de Charlie y Nicole. Es un personaje infantil totalmente genérico y su única importancia en la historia radica en ser hijo de los dos protagonistas. Recordemos a la pequeña Isabelle en Infiel (2000), de Liv Ullmann, para entender que los personajes infantiles pueden ser tan interesantes y complejos como los personajes adultos (aunque tengan poco tiempo en pantalla).

Por momentos la película se torna quizá muy teatral, debido justamente a esos momentos en los que la acción queda relegada en favor del diálogo, y eso la emparente con Secretos de un matrimonio, de Ingmar Bergman (1973), a la cual se hace referencia dentro de la película por medio de un detalle que a primera vista me pasó inadvertido. También son evidentes las similitudes con Kramer vs. Kramer (1979), de Robert Benton. También se podrían mencionar otras películas, como Husbands and wives (1992), de Woody Allen, y, mucho más actual, Blue Valentine (2010), de Dereck Cianfrance. Pero siempre será necesaria la comparación con The squid and the whale, (del propio Baumbach), película que también aborda los temas del matrimonio y del divorcio desde un punto de vista bastante original. En The squid and the whale, por cierto, aparece un personaje infantil sumamente interesante por su comportamiento: Frank, el hijo menor de Bernard y Joan.

Marriage story es, además, una película llena de pequeños detalles conmovedores: las inexplicables tazas de té que Nicole nunca toma, las alacenas que se cierran y se abren, las expresiones faciales y las miradas que dicen más que algunos diálogos. La película termina precisamente con uno de esos gestos nimios que esconden un gran significado: Nicole se inclina, ata las agujetas de Charlie y enseguida se incorpora con los ojos a punto de reventar en lágrimas. Ya están divorciados y cada quien ha hecho su propia vida en ciudades distintas. ¿Qué pasa por la cabeza de ellos en ese instante? Siempre podremos recurrir a la imaginación.

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